Lo que más me gustó fué la parte final del discurso. Transcribo este: "En lo que a mi corresponde, confieso que soy un hombre de fe y convicciones, con errores y defectos, como todos los seres humanos. En lo espiritual profeso el amor al prójimo pero, también, y con la misma devoción, respeto a quienes mantienen otras creencias y a los libres pensadores.
Nunca me ha interesado el dinero pero sostengo que no todo el que tiene es malvado. Creo en la no violencia, en la libertad y en la tolerancia. Creo que el pueblo es dueño y constructor de su propio destino. Y estoy convencido que por el bien de todos, primero los pobres.
No lucho por la ambición al poder sino por ideales y principios, y estoy consciente que la transformación de México no depende de un solo hombre, sino de la participación de mujeres y hombres que, como ustedes, han decidido tomar el destino del país en sus manos".
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