viernes, marzo 28, 2008

Balas de plata

Año Chiconahui Técpatl, Veintena Atlacaualo, Día Matlactlionce Ollin
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Me enteré a través de internet de la presentación del libro “Balas de plata” y decidí asistir Sería en la librería del Sótano en Coyoacán a las 19:0 horas. Llegué un poco antes de que iniciara la misma. Compré el libro, me dirigí a donde se haría la presentación y esperé a que diera inicio.

A la distancia vi que llegaba el autor. Pensé en solicitarle que me firmara el libro sin quedarme a la presentación pues de hacerlo, llegaría muy tarde a la casa pues no traía coche.

Antes de llegar a auditorio vi que el autor se detuvo a platicar con una persona que se le acercó. Esperé un poco y también me acerqué. Cuando estuve a su lado le dije: -Señor Mendoza, yo sé que es poco habitual, pero como vivo muy lejos no me puedo quedar a la presentación ¿podría firmarme mi libro?

Sacó su bolígrafo, abrió el libro, me miró fijamente y me dijo: ¿para quién? Para Rubén Ostria, contesté. Sabía que eras tú –me dijo con su norteño acento- ¿cómo has estado? Mira, vistes muy elegante ¿y eso? Es que estoy alineado. ¿De verdad? No, sólo un poco.

Mientras escribía la dedicatoria le dije: Hoy es cumpleaños de mi hermana, de mi hermana la mayor. ¿De veras? Pues salúdamela mucho ¿y cuántos cumple si se puede saber? 46 (pero no es cierto, hice mal las cuentas).

Me regresó mi libro y nos dimos un abrazo de despedida, me dio mucho gusto saber de él. No dijimos más nada. Lo noté emocionado. Caminé hacia la salida. Volteé la cabeza hacia donde estaba y él me miraba.

Tomé un taxi y leí la dedicatoria: “Para Rubén Ostria que está muy crecido”. Espero dentro de poco tiempo volver a verlo para platicar largamente con él.

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