"En una ocasión Rubén y el Ñerón me fueron a visitar a Monterrey como el prolegómeno a un viaje al entonces seguro Nuevo Laredo. ¡Hasta recorrimos a pie y de noche las calles de un barrio! En aquel tiempo al Rubas y la banda les dio por volverse roqueros. Desayunábamos pues enfrente del Tec, justo donde cayeron aquellas víctimas de la sinrazón, y, platicando de nudos y de artefactos de escalada terminó por anudar dos popotes. Hoy tuve necesidad de unir dos extremos de hilo para pescar y vino a mi mente la frase final de aquel desayuno: "Ja, amarré los popotes"; "amarré los popotes" y mi nudo funcionó. ¡Y cuantas cosas más útiles nos enseñó el Rubenalli! Por eso digo con mucho gusto: ¡Enhorabuena el merecimiento, Maestro!"
Ya se lo dije, pero lo reitero, escritos cómo estos, endulzan la vida... gracias Gustavo.