Nuevamente escribo desde mi celular. Estoy en el autobús de camino a mi pueblo y el señor que va sentado a mi derecha limpia una lima.
El olor me hizo recordar que a mi papá le gustaba el agua de lima, de facilísima preparación: hay que separar la cáscara de la fruta, licuar azúcar, cáscara y colar. El resultado es un agua muy fresca y delicioso sabor.
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