Ayer por la tarde llevé a Gerardo a la estación de autobuses pues iba ya de regreso a la Ciudad. Aproveché para pasar a la gasolinería a que nos hicieran unas facturas y mandárselas a Edgar. Esperamos un poco y entonces vi unos cables muy descompuestos y sospechososos que salían de la parte trasera de la iglesia principal del pueblo...
Nada más y nada menos que la casa de Dios con diablitos... y esto a menos de dos calles de la presidencia municipal...
No cabe duda, en estos tiempos ya ni siquiera en la honestidad de los "pagrecitos" se puede confiar.
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