lunes, diciembre 10, 2007

La fogata

Año Chicuei Ácatl, Veintena Quecholli, Día Matlactliomome Océlotl
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Hacía más de un mes que habíamos convenido la fecha Marina, Luciano, Beto, Virginia y Aarón irían a la casa a una comida. Finalmente sólo tuvimos la oportunidad de recibir a los dos primeros.

Es común que platiquemos las andanzas que vivimos durante los años vividos dentro del movimiento Kari mientras estamos en la “botana”, mientras comemos, mientras cualquier oportunidad tengamos. Después de comer jugamos un poco de dominó “cubano” y cuando ya se hacía de noche y el frio se dejó sentir, decidimos encender una “fogata”… con el viejo reto de hacerlo sólo con un cerillo, con un poco de ocote, una buena distribución de la madera y los tamaños apropiados de leños para asegurar que prenda adecuadamente.



Durante los campamentos, la fogata era el momento ideal para convivir íntimamente con el resto de los camaradas, era momento de diversión, de alegría y al final cuando las brasas enrojecidas quedaban como única fuente de iluminación, iniciábamos con las pláticas de “profunda” reflexión.

Mientras estábamos en nuestra fogata, Marina me preguntó si recordaba la “Oración de la Fogata” y si, la recordé:

Que las llamas se levanten hasta el cielo
y con ellas el corazón de los mortales,
que el crepitar de sus ardientes llamas,
nos inunden de paz, amor y alegría.
¡Que viva…


…LA FOGATA!

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