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Debido a que éramos "audaces" exploradores que nos dedicábamos a recorrer "inexplorados" caminos, tuvimos la necesidad de "estudiar" primeros auxilios, desde lecturas en pequeños libros hasta cursos formales (uno de ellos impartidos por la Cruz Roja Mexicana, que se llamaba "Curso de primeros auxilios para la población civil en caso de desastre").
Al paso del tiempo, nos dimos cuenta que en verdad este conocimiento nos fue valioso y nos hizo concientes de los riesgos que corríamos. Una importante ganacia fue el extraordinario botiquín de primeros auxilios con el que contábamos (asesorados por Gina "La doctora Moreno) y que era tan pesado como una mochila con nuestros objetos personales.
Pese a la teoría que la CR nos enseñó, no hubo nada mejor escuela que la práctica. En una ocasión una jóven que asistía a tomar clases en una escuela donde yo trabajé, le dió un paro respiratorio. Aprentemente debido por uan insuficiencia de oxígeno. Yo sabía (según la teoría) que después de un paro respiratorio, vendría un paro respirartorio y que por tanto debería actuar con prontitud.
Aplique la teoría...
...y la joven volvió a respirar.
Más tarde llegó una ambulancia. Nunca volví a verla y después de muchas, muchas horas de aprendizaje, este sólo hecho, salvar una vida, recompensa el esfuerzo realizado.
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