lunes, diciembre 18, 2006

Malinalco

Este domingo fue especial, irrepetible. Para cumplir con la voluntad de mi papá llevamos sus cenizas a Malinalco.

La cita fue el domingo a las 07:30 horas en hierro, en la casa donde formamos la familia. Cuando llegamos Tamara y yo ya había algunas personas. Mi mamá me entregó el cuadro que con una historia muda, se muestra como cooperando se llega al éxito, mismo que conocí en el taller de imprenta de mi papá y que quise conservar para mi. Salimos más tarde como a las 08:30 horas alrededor de 30 personas en un autobús que rentamos.

Después de casi cuatro horas de camino (desayuno incluido sobre la carretera) llegamos a Malinalco. Se estaba ya desarrollando la ceremonia a la cual nos integramos. Habría una “siembra de nombre” para una niña que cumplió siete años. Después de cantos y danzas terminó la ceremonia e inició la de despedida de mi papá, la cual se vio interrumpida para comer y para “separar” a las personas que expresamente iban a la ceremonia de mi papá.

Después de comer nos dirigiríamos a una montaña cercana para dejar las cenizas de mi papá. Un inconveniente hizo que las cenizas de mi papá quedaran en la casa propiedad del maestro Arturo Meza. Cada una de mis hermanas, sobrinos y yo tomamos con las manos cenizas de mi papá y las esparcimos para cumplir con un deseo de mi papá: quedarse en Malinalco exactamente a las cinco para las cinco…

Regresamos a la Ciudad a las 21:00 horas.

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