jueves, abril 19, 2007

El Auditorio Nacional

Año Chicuei Ácatl, Veintena Tlacaxipehualiztli, Día Matlactlionce Quiáhuitl

Me quedé de ver con Tamara en la escultura monumental “La Luna”, de Juan Soriano, a las 19:30 horas, pese a que el concierto empezaría a las 20:30 horas. Tamara llegó 15 minutos después porque tuvo que estacionar el carro y había muchos usuarios haciendo lo mismo.



Ingresamos al Auditorio y poco a poco se fue llenando. A las 20:35 inició el concierto. Lo disfrutamos ampliamente. Canto y cantó pues no cesaba la gente de aplaudirle… como ya lo dije salió siete veces. Al final cantó una canción que me sorprendió, pues yo suponía su origen era otro. Una preciosa canción:

Nacía una flor, a orillas de una fuente,
más pura que la flor de la ilusión
y el huracán tronchola de repente
cayendo al agua la preciosa flor.

Un colibrí que en su enramaje estaba
corrió a salvarla solícito y veloz,
y cada vez que con el pico la tocaba
sumergíase en el agua con la flor.

El colibrí la persiguió constante
sin dejar de buscarla en su aflicción
y cayendo desmayado en la corriente
corrió la misma suerte que la flor.

Y así hay en este mundo seres
que la vida les cuesta un tesoro;
yo soy el colibrí, si tú me quieres,
mi pasión es el torrente y tú la flor.

Al salir recordé las dos veces anteriores que habíamos tenido la oportunidad de escucharlo: el día de la toma de protesta de Andrés Manuel y el día que (no estoy seguro de quien fue la idea) rentamos una habitación en un hotel en el Zócalo de la Ciudad para verlo desde el balcón.

Afortunadamente nos tocó una buena ubicación. Al llegar la hora del concierto en la habitación estábamos (ojala no omita a nadie) Aida (mi hermana) Aida (la hermana de Edgar), Edgar (de mi hermana Aída), otra hermana de Edgar (¡caray no recuerdo el nombre!), Claudia (mi hermana), Claudia (amiga de mi hermana), Jorge (amigo de las dos Claudias), Tamara y yo…

Para poder verlo todos “cómodamente” habilitamos sillas en la parte delantera, pegado a la ventana, un tocador atrás de las sillas y unas sillas sobre la cama, detrás del tocador, así que todos pudimos disfrutar del concierto y de la convivencia que se generó al interior.

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