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El jueves pasado en el trayecto estaciones Centro Médico y Coyoacán de la línea tres del metro, que es el último trayecto que uso para llegar al trabajo, vi a un joven que se me hizo conocido. Vestía una chamarra verde olivo, un morral del mismo color, mezclilla y tenis y tiene cerca de veinte años. Estaba muy entretenido leyendo un libro y esto me llamó la atención.
Cuando se desocupó un poco el vagón se sentó en el piso para seguir leyendo. Entonces lo reconocí. Es un joven que está en el área de “servicios generales”, es decir, lo mismo cambia los envases vacíos de agua que carga cajas o mueve las computadoras y las sillas de un lado a otro. Es un tipo serio, que habla poco quizá derivado de su condición física por una disfunción en la pierna derecha.
Alcance en un momento a ver el título del libro: “Cien años de soledad” y no entiendo por qué me dio mucho gusto.
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