martes, junio 12, 2007

Entre enojo y decepción

Año Chicuei Ácatl, Veintena Tóxcatl, Día Ce Océlotl

Digamos que ayer di por terminada mi relación laboral con uno de los dos grupos a los que les doy (o daba) clase. Fue al grupo de tercero. Desde que inició el curso noté que tenían problemas "de conducta", de actitud y (alguno que otro de los alumnos) de aptitud.

Como todo buen iluso, pensé que "hablando" con ellos podría generarles la conciencia de que a la escuela se va a estudir y no a esperar que al profesor "se le pase" y no se de cuenta de que el alumno existe y que al navegar en este mar de la tranquilidad se puede pasar el curso y adquirir los conocimientos indispensables.

Sin embargo ayer fue el acabose (o el "empesose" como diría la Mafalda de Quino). Le pedí a cada uno de los equipos que expusiera un tema que en la clase pasada repartí. De los seis equipos, dos lo "prepararon": uno llevaba el tema en una palm (de donde los integrantes del equipo leyeron tres o cuatro definiciones) y el otro una fotocopia dobalda en cuatro de donde leyeron y trataron de explicar algo que no entendían. Era más que evidente que nadie había preparado clase. Resultó insultante a la inteligencia, suponer que aquello era una clase de un grupo con nivel universitario. Se supone que pretenden ser "ingenieros", profesión que respeto y admiro y que no participáré de ninguna manera en que esta profesión se vea manchada por este tipo de actitudes.

Terminé por dar la exposición. Al final fuí por la coordinadora y frente a ella y al grupo dije que: "Si a ustedes no les interesa venir a perder su tiempo, pues esa es su decisión, pero yo no estoy dispuesto. Mi tiempo y mis conocimientos valen mucho y no estoy dispuesto a desperdiciarlos de manera tan miserable". Acabé diciendo a la coordinadora, que aplicaré el examen y entregaré calificaciones de este periodo y que dejaré al grupo.

Me retiré con un sabor de boca similar al de una derrota...

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