Ayer fuimos al cerro que está al norte del pueblo San Martín de las Pirámides, creo que lo conocen con el nombre de "Cerro Gordo" a la ceremonia de inicio de la "Danza del Sol" para llevar a cabo la voluntad de mi papá: depositar la otra parte de sus cenizas en este lugar y justo en este día.
El día empezó temprano. Llegamos mi mamá, Tamara, Claudia, Milena, Laura, Leticia, Sebastián y Ramón... y a Claudio mi primo, que recogimos en la puerta 1 de ingreso a la zona arqueológica de Teotihuacan. Iniciamos con el corte de un árbol, mismo que subimos cerca de 1,500 metros entre todos los hombres, mientras que las mujeres "limpiaban" el camino. Ardua labor, pues entre la cortada y la subida nos llevamos alrededor de cinco horas.
Una vez arriba, se desarrollaron preparativos para "plantar" el árbol. Le colocaron cintas de tela de color amarillo, rojo, negro y blanco. En el hoyo que previamente se había excavado se realizó la ofrenda. Antes que iniciara, me pidieron me acercara para que dado el momento preciso, esparciera las cenizas en ella. Se vertió en el un plato de frijoles; un plato de huevo en salsa roja (ese era el menú del día, pues más tarde, cuando nos retirábamos vi que eso se estaba sirviendo en la cocina); melón; plátano y semillas de maíz. Se sacrificó un guajolote y también se arrojó al hoyo... ya estaba cayendo una ligera lluvia.
Entonces llegó el momento de esparcir las cenizas sobre la ofrenda. Al terminar recibí muestras de afecto y solidaridad de varios de ellos.
Al terminar la ofrenda, se levantó el árbol y se cubrió el hoyo con piedras y tierra...
Mi papá nunca nos llevó en contra de nuestra voluntad a ninguno de nosotros a participar de este tipo de ceremonias, pese a que esta forma de vivir y creer era con la que más comulgaba. Tamara hizo esta reflexión al final: "Seguro que el quería que vinieran a conocer la ceremonia y esta fue la manera de que la conocieran".
Bajamos al pie del cerro como a eso de las 18:00 horas...
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